domingo, 26 de agosto de 2012

Muñequita vestida con la risa, de mi carne y mi sangre en tu mirada

A mi hija Conchita.

Concha Morón y Antonia en Ubrique
Muñequita vestida con la risa
De mi carne y mi sangre en tu mirada,
Como frágil milagro de alborada,
Has venido a cantarnos tu sonrisa.
¿Qué genio del jardín y de la brisa
Me ha traído tu flor a la morada?...
Palomita de azul y blanco alada,
Como una esencia viva e imprecisa.
Eres rosa prendida en nuestra mente,
Que ha quedado grabada en nuestro pecho;
Te has hecho de agua pura tiernamente.
Y bordaste menuda en nuestro lecho
Una frágil corona incandescente,
Cuya flor ideal no se ha deshecho.
Alfonso Morón Bellerín.        Abril de 1952.

Alfonso Morón dedicó este sentido poema a su hija Concha en el 52. Donde encierra los profundos sentimientos de un padre, por una hija que acaba de nacer. Por la felicidad de ver perpetuada en esencia su vida y aquellas vidas de los que fueron fusilados por el fascismo (su abuelo Alfonso  y su tio José). Antes dediqué en el blog un recuerdo a su abuelo, y hoy, quiero dedicárselo a su tio, con un trozo de su biografia, que verá en breve la luz, de un trabajo largo, sentido y extenso, que su sobrina está dedicando a él.


José Hernández Marín

JOSÉ HERNÁNDEZ MARÍN (1909 – 1938)
Nació en Aljaraque (Huelva), en el seno de una familia socialmente bien considerada, donde había practicantes (su abuelo y su tío maternos) y jueces y maestros (en la familia paterna). Su padre era vigilante. Fue el mayor de los tres hijos que tuvieron Lázaro y Luisa, y el único varón. Sus dos hermanas menores eran María, tres años menor que él, y Anita, a quien llevaba 7 años. Estuvo  casado con Mª Josefa Garrido Gómez de quien se separó muy pronto y no tuvo hijos.
Su padre murió cuando él contaba apenas 14 años y eso condicionó su formación, Mercantil y Contable, y su vida familiar pues, si bien su hermana mayor no vivía con ellos (había sido acogida en Sevilla unos años antes por una tía materna para hacerse cargo de su educación financiándole después la carrera de Magisterio), él tuvo que trasladarse a Sevilla dejando a su madre y su hermana pequeña en Aljaraque. Con esta última estableció una relación paterno filial que su hermana apreció siempre. Pocos años después ella se vino también a Sevilla –trabajó de telefonista en la Exposición Iberoamericana de 1929- y volvieron a verse con más frecuencia.

En consecuencia, con 15 años empieza a trabajar como empleado del  Banco Internacional de Industria y Comercio de Sevilla gracias a la influencia de familiares cercanos que lo ayudaron. Allí ejerció de Oficial de Correspondencia y Contabilidad desde el 20 de septiembre de 1924 hasta el 30 de enero de 1928.
Con 19 años accede a la Empresa “Islas del Guadalquivir”, de Puebla del Río (Sevilla), donde trabaja como Auxiliar de Contabilidad varios años, desde febrero de 1928.

La proclamación de la Segunda República Española le produce gran satisfacción desde su opción política y su compromiso como militante de base de Unión Republicana. En 1932 se había afiliado al Partido Republicano Radical y después de la escisión encabezada por Diego Martínez Barrios, José Hernández optó por la nueva formación –Unión Republicana- que en 1934 se había opuesto a la alianza de Lerroux con la derecha representada por la C.E.D.A. para acceder al gobierno. José Hernández sería Interventor por Unión Republicana en las elecciones de febrero de 1936. Sus principios se cimentan en el seno de una familia de clase media, católica y monárquica, donde se acepta su discrepancia política con el mismo respeto que su agnosticismo declarado. Era inteligente, alegre y cariñoso, y su madre le tolera con gran sentido del humor las burlas hacia su beatería.

Su último trabajo, también como contable, se produce en “Comercial Pirelli”, desde el 1 de diciembre de 1933 hasta el día antes de su detención, el 10 de junio de 1937.
Su domicilio en Sevilla durante el tiempo que duró su matrimonio fue en la Avda. Menéndez y Pelayo, nº 18.  Pero poco después de la toma de Sevilla por los fascistas, se separó de su mujer y estuvo hospedado en una pensión de la Calle Miguel del Cid, nº 18. Allí se alojaba cuando fue detenido y encarcelado el 11 de junio de 1937. Así se relata la detención en el proceso:
“...decidiendo huir antes de caer en manos de las Autoridades, ya que se consideraba descubierto, lo que efectuó, si bien antes dice, que para despistar al Gonzalo, le dijo que si estaba dispuesto a acompañarle a la cita, y como este aceptara lo citó a las diez de la noche en la fonda, a donde ya no volvió, marchando por distintas calles de la capital, muy particularmente en los barrios, y la noche ya encima, suplicó a una prima suya llamada Rafaela González le permitiera dormir en su casa, San Luis, 59, negándose ésta, por lo que entonces cogió un taxi y fue al Pabellón Árabe del sector sur de la Exposición, con el propósito de ir a casa de su amigo Don Fernando Ruiz, pero como la puerta estuviera cerrada y era las diez de la noche, no llamó, marchando hacia unos cardos en donde se agachó, y allí pasó la noche creyendo que todos los rumores eran los pasos de los policías, que luego marchó al barrio del Porvenir, donde desayunó, marchando luego a casa de su amigo Don Fernando, al que pidió veinticinco pesetas y pidiéndole también alojamiento, este se lo negó, por lo que se encaminó al Puente del Guadaira y alrededores hasta próximamente las diez y siete horas, que fue detenido de sorpresa por dos Guardias Civiles disfrazados de campesinos”

La desesperación que se desprende de este relato, el terror y el desamparo sufrido durante más de veinticuatro horas de huida pidiendo el auxilio que le fue negado por las personas a las que se dirigió, y, finalmente, su detención tan esperada y tan temida, llenan de dolor a su familia que al leer estas amargas palabras deciden dar a conocer su historia y la historia de esta Causa, de sus compañeros. El haber intuido su final le llevó a tener ideas de suicidio, como le confesó a su amigo Miguel Toscano quien lo explica así en su declaración:
“Que de la entrevista tenida con el D. Samuel el Hernández se enteró porque este se la contó y le dijo que dicho Sr. era policía y había caído en una celada y que por lo tanto convenía fuera a decírselo a su mujer para ver si podía ocultarse en alguna parte, lo que efectuó, habiendo visto luego que el Hernández no concurrió a la oficina por lo que supuso había huido ya que así se lo manifestó como igualmente añadió que se iba a suicidar”.
El procedimiento (4 de agosto de 1937) que se abrió contra él y siete personas más fue estremecedor. Concha ha trabajado en estos últimos años, para que esa CAUSA se conozca y para rendir homenaje a las ocho víctimas, que “INTENTARON DERROCAR A QUEIPO”: ¿Una ingenuidad? El resultado: JOSÉ HERNÁNDEZ MARÍN MURIO FUSILADO EN LA TAPIAS DEL CEMENTERIO DE SEVILLA y siete más.

jueves, 23 de agosto de 2012

Las Maqueda: Una familia marcada por el fraquismo y la Guerra Civil



Paqui y Mª Angeles Maqueda
PAQUI MAQUEDA, lleva años luchando por la Memoria, la Justicia y la Reparación de tantos como han sido olvidados por la Democracia y la Transición. En la Asociación Memoria Histórica de Andalucía, realiza una labor fundamental en la lucha por los DERECHOS HUMANOS  de las víctimas del fascismo español. A continuación puedes leer cuatro historias desgarradoras que han condicionado su vida, sus sentimientos y su visión de la Democracia en este país.

JUAN RODRÍGUEZ TIRADO
No sabemos la fecha exacta de su nacimiento, debió ser en el año 1.864. Era natural de Carmona (Sevilla) y fue fusilado el 22 de Agosto de 1.936 en las tapias del cementerio de Santa Ana, (en su pueblo) en la aplicación del temido “bando de guerra”, por las tropas fascistas que tomaron este pueblo el mes anterior. Tenía 72 años y en el pueblo lo conocían como “el cubero” ya que se dedicaba a hacer cubas de madera. En su partida de defunción, (su muerte fue inscrita en el año 1.940, cuatro años después de su asesinato) figura la causa de su muerte en estos términos: “fallece a consecuencia de operaciones militares habidas en ésta ciudad”, triste eufemismo que el régimen de Franco utilizaba para enmascarar los crimines que bajo su mandato se llevaron a cabo.
Hoy sus biznietas estamos intentando recuperar el nombre y la dignidad del bisabuelo, del que conocemos pocos datos. Tenemos la suerte de que   sobrevive un hijo de 88 años que todavía le llora, del que hemos recogido un testimonio muy valioso. Nuestro tío abuelo Juan (lleva el nombre de su padre) que vive actualmente en Barcelona, nos dice que lo fusilaron a su padre por ser de izquierda, un hombre de ideales republicanos, que solo quería que esta sociedad fuera más justa. Cuando entraron las tropas fascistas (el 22 de Julio), después de una resistencia heroica llevada a cabo  por los hombres y mujeres de éste pueblo, fue detenido junto a cientos de personas, siendo recluido en “la casilla”, el nombre de la cárcel del pueblo donde estos hombres y mujeres se hacinaban días tras días esperando una muerte segura, una “saca” nocturna que los llevaría a distintos lugares, el cementerio o quizás una cuneta camino de un pueblo cercano, donde los fusilaban. Para vergüenza de éste país olvidadizo, sus cuerpos yacen todavía en estos lugares. También nos cuenta su hijo  que le asesinaron porque sus hijos mayores (Enrique y Pascual) eran anarquistas y participaron en la defensa del pueblo; al entrar las tropas, sus hijos huyeron y fueron a buscarlo a él.
Después de su asesinato sus bienes fueron incautados según el Bando que con fecha de Noviembre el Excelentísimo General del Sur, Don  Gonzalo Queipo de Llano, urdió para quedarse con los bienes de las personas que eran “ajusticiadas” por su condición de rojos. Sin más tribunal ni juez que las órdenes que éste criminal de guerra (conocido como el “carnicero de Sevilla”) dictaba a placer. La casa pasó a manos del estado y su mujer y sus dos hijos de 17 y 5 años de edad, fueron acogidos por familiares temporalmente. Los mayores (de 30 y 27 años) habían logrado huir para defender la República durante los tres años de Guerra Civil.


JUAN RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Juan nace en Carmona, el 14 de julio de 1.919. Es conocido por el mote de su padre “el cubero”. El 18 de Julio de 1.936, cuando las tropas del ejército rebelde sublevado contra la República toma la provincia de Sevilla, su padre es detenido, siendo fusilado en las tapias de cementerio de Carmona, el 22 de Agosto de ese año. Sus dos hermanos mayores, Enrique de 31 años y Pascual de 26, huyen con otros compañeros del pueblo con el objetivo de frenar el avance fascista en los pueblos de los alrededores de Carmona, pueblos que van cayendo inexorablemente, a pesar de la defensa de sus habitantes, uno por uno ante el ejército rebelde. Juan se queda solo con la mujer de su padre (su madre falleció y su padre se había vuelto a casar) y un hermano más pequeño, de 5 años de edad, Antonio. No conocemos la fecha exacta, pero después de estos hechos y por orden del General de la Segunda División Sur, Gonzalo Queipo de Llano, es incautada la vivienda donde residía la familia, quedando en la más absoluta miseria. Son acogidos por unos familiares que temporalmente se prestan a ello. 
Después de estos dramáticos hechos, y con apenas 17 años, es obligado a alistarse en el ejército de Franco. La explicación dada era que al ser familia de rojos, seguro que en las filas de éste ejército se haría por fin un hombre y limpiaría el deshonor de ser familia de republicanos.
En plena Guerra Civil, Juan, a pesar de luchar en el ejército fascista, ansía pasarse a las filas republicanas, donde sus hermanos combaten y luchan por los aquellos ideales por los que fue asesinado su padre, un buen hombre de “izquierdas”, como lo define su hijo. Una noche, en plena batalla, lo consigue. Es escalofriante escuchar de su boca como lo hizo. Cuando la guerra termina, Juan es apresado y conducido a un campo de concentración en Jaén, en el pueblo de Higuera de Calatrava. Desde allí pasó a la prisión de Jaén, desde donde sale para conocer en Carmona el triste fin de sus hermanos, Enrique, encarcelado y Pascual, asesinado en La Carolina (Jaén), a manos de unos falangistas.
Tenemos la suerte de que Juan sobreviva hoy a esta dura historia. Hasta Barcelona, donde actualmente reside,  se desplazó una Sobrina-nieta, que con la intención de reconstruir la historia familiar, le hizo una entrevista gravada en video, donde quedan recogidos los hechos citados. Es un buen hombre que continúa llorando a su padre y que nos ha pedido que hagamos lo posible para que le devolvamos la casa familiar antes de morirse. Su casa. 
Hoy los  descendientes de esta gran familia que fueron los Rodriguez (“los cuberos”) no solo queremos hacer lo posible para devolverle la casa, sino hacer lo imposible por devolver el orgullo y la dignidad a nuestros familiares, que no solo sufrieron humillación, sino que fueron luego olvidados durante 70 largos  años. 
Cuarta generación de Maqueda , aprendiendo de Paco Marin
ENRIQUE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Enrique Rodriguez Rodríguez  tenía 31 años cuando participó en la defensa del su pueblo, Carmona, frente al avance de las tropas fascistas, que intentaban tomar Sevilla y su provincia. Nació el 20 de julio de 1.905 en Carmona y era conocido por el mote de su padre, “el cubero”. Hijo de Juan Rodriguez Tirado, su padre fue fusilado en Agosto del 36 en las tapias del cementerio de Carmona, en la aplicación del temido “bando de Guerra”, un mes después de que Enrique y su hermano Pascual huyeran de Carmona.
Era mi tío- abuelo y hoy sus biznietas queremos recuperar el nombre y la dignidad de este hombre, cuya vida fue trágicamente marcada por la Guerra Civil española. 
Miliciano anarquista (en los documentos de su expediente jurídico-militar lo acusan también de comunista), cuando los fascistas entraron en su pueblo huyó junto con su hermano Pascual y otros de su pueblo a defender la República por Brenes, Cantillana, El Pedroso y Constantina. Poco después  se unió a la Brigada 77 que marchó a la defensa de Madrid, con un tal “Savín” a la cabeza, compañero de andanzas de su pueblo. Allí participó en la batalla del Jarana. Formó parte también de la Brigada 50, que marchó a Guadalajara. Al final de la guerra vuelve a su pueblo con el compromiso de presentarse en el cuartel de la Guardia Civil para ser interrogado. No sabemos si esto pasa o no, los datos que tenemos son de su expediente, que consta en el Archivo Militar de Sevilla y estos datos dan saltos increíbles. Si sabemos, porque su hermano, que vive todavía y que tiene 88 años nos lo ha contado, que se dedicaba a amenazar de muerte al que él creía ser el instigador del asesinato de su padre y que éste personaje, lo denunció a las autoridades, que lo detienen poco después. A partir de éste momento su vida es un calvario de entradas y salidas de la cárcel de Sevilla, de juicios y condenas a destierro (no podía entrar en Carmona, algo que él incumplía continuamente) y de años de condena a trabajos forzados, en la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, conocido como el Canal de los Presos, en la provincia de Sevilla. Allí estuvo años, soportando junto a sus compañeros condenados como él, duras condiciones de vida, humillado como persona, vejado por su condición de preso político.
Yo conocí a mi tío-abuelo Enrique, cuando era  ya muy mayor. Se presentaba en la casa de mis padres para que éstos le dieran un plato caliente de comida, lo poco en que mis padres, con cinco hijos, le podían ayudar. Recuerdo que cuando venía a casa, me daba miedo. Yo era solo una niña y él era el hombre más triste y solo del mundo, amargado y huraño, apartado de las reglas sociales, inadaptado y solitario. Murió en el año 1.993, acogido en el Asilo de las Monjas de la Caridad, en su pueblo. Es para mi un orgullo haber compuesto su historia personal  y lo único que lamento es que el silencio impuesto en éste país por la dictadura franquista primero y por la transición después me haya impedido hacerlo antes. Vaya para él amor y la  admiración de su familia. 
En Ubrique enterrando a las 13 personas exhumadas en El Bosque.

PASCUAL RODRIGUEZ RODRIGUEZ

Pascual nació en Carmona (Sevilla), el día 28 de Marzo de 1.909. Conocido en el pueblo por el mote familiar “el cubero”, con 26 años participó en la defensa de este pueblo frente al avance de las tropas fascistas en el alzamiento militar del ejército comandado por el General Franco el 18 de julio de 1.936. En la toma del pueblo, el 22 de Julio, logra huir con su hermano Enrique y con otros compañeros, buscando refugio y defendiendo los pueblos de Brenes, Cantillana, Constantina, etc. Se inscribe en la Brigada 77 comandada por un tal “Savín”, de su mismo pueblo y marchan a Madrid. Allí participa en la defensa de la ciudad, en la batalla del Jarama y en Guadalajara, con la Brigada 50. Un mes después de su huida, su padre, Juan rodriguez Tirado, es fusilado en las tapias del cementerio de Carmona, a la edad de 72 años, en la aplicación del tristemente conocido “Bando de Guerra”.
No sabemos que fue lo que provocó que en el transcurso de la guerra se separase de su hermano Enrique, del que siempre estuvo muy unido. El expediente Jurídico-militar de Pascual, que consta en nuestro poder, describe  que la noche del 22 de Agosto de 1.939 (ya acabada la Guerra Civil) fue sacado del S.I.P.M de La  Carolina, donde estaba detenido para practicarle un interrogatorio .En el transcurso de éste, Pascual se escapa de sus guardianes  y sale corriendo por las calles de la ciudad. Los falangistas le dan el alto, pero él continúa corriendo. Le disparan varias veces, hiriéndolo de muerte. Este expediente fue abierto para establecer responsabilidades por el hecho de su muerte, a manos de los falangistas que lo custodiaban. Años más tarde y en una falsa de juicio, eximen de toda responsabilidad  a los responsables de su muerte. Esa era la justicia de Franco. La auptosia que se le practica al cadáver de nuestro familiar nos revela datos escalofriantes, entre ellos sus últimas palabras, cuando refugiado en un portal de una casa, herido de muerte y sabiéndose sin escapatoria, llama a gritos a su madre. Pero si algo positivo podemos sacar de éste expediente es que gracias a él conocemos como era nuestro tío-abuelo Pascual, ya que la auptosia lo describe como “…un sujeto con barba descuidada, moreno, enjuto de carnes, vistiendo pantalón negro, camisa caqui y alpargatas negras…”. La rabia y la pena se mezclan al leer las páginas de su auptosia. Pascual murió el mismo día que su padre. A este lo asesinaron al inicio de la contienda; a Pascual al final. Con dolor y con orgullo, hoy sus familiares intentamos escribir la historia personal de nuestro tío-abuelo Pascual, del que nunca supimos nada. La decisión de buscar en los archivos corresponde a un deseo de dignificar el nombre y la memoria de nuestro familiar, tristemente olvidado durante 70 años.


lunes, 16 de julio de 2012

ANTONIO DEL VALLE BERMÚDEZ (Paterna del Campo)


ANTONIO FUE FUSILADO EN LAS TAPIAS DEL CEMENTERIO DE ALMONTE DONDE CONTINUA EN UNA FOSA COMÚN
Familia de Antonio del Valle

Autora
Sofía del Valle López (Bélgica)
Abuelo, tu ausencia dejó abierta una herida que no dejaría jamás en paz al niño que te acompañaba cuando vinieron a buscarte.  Esa herida se transmitiría a cada uno de sus hijos.  
Nunca le oí una palabra, fue mi madre la que nos nutrió con historias de la república, de la sublevación y de la represión.  Sin embargo sé que siempre lo atormentaron los recuerdos de ese maldito día de agosto de 1936 que acabó brutalmente con su padre y de paso con su niñez. 
Con ese niño herido para siempre, abuelo, atravesaste el tiempo para clavar en cada uno de tus nietos tu ira frente a la injusticia y tu fe en un mundo mejor.
 Antonio del Valle Bermúdez nació un 28 de septiembre de 1885 en Paterna del Campo, se casó con Isabel Menudo Menudo en 1908 y tuvieron 11 hijos de los cuales sobrevivieron ocho: Carmen, Pastor, Antonio, José, Isabel, Cristobalina, Francisco y Manuel.  
Antonio y Isabel eran pelentrines: las tierras que cultivaba mi abuelo daban para alimentar la familia. Tenía un olivar con una choza en El Junquillo, más allá de Tujena, hacía la Pata del Caballo. Allí le gustaba llevarse a su hijo Paco a pasar unos días trabajando. El niño lo acompañaba orgulloso en su caballito pardo que le había regalado su padre.
Antonio no tenía afiliación política ninguna, pero cuando sus hijos Antonio y José empezaron a militar en UGT y Izquierda republicana, a pesar de la condena de la familia, muy naturalmente les brindo su apoyo. 
Durante las huelgas revolucionarias de octubre de 1934, la izquierda se organiza por toda España para detener las fuerzas y frenar la brutal represión que se abatía sobre los obreros. Su hijo Antonio del Valle Menudo fue acusado por la CEDA de haber sido el instigador de la quema de la iglesia de Paterna del Campo la noche del 7 de octubre de 1934 y encarcelado con muchos más en La Palma del Condado. Allí fue a verlo todas las semanas hasta su liberación poco después de la victoria del Frente popular en febrero de 1936.  
Quizás fue ese el motivo de la discusión un tanto animada en la cual  Antonio del Valle Bermúdez hirió al boticario de una cuchillada el 8 de marzo de 1935.  Según el ABC de ese día vino la guardia civil a detenerlo pero, al retirar su queja el boticario, Antonio fue liberado.   
Tras las elecciones de febrero de 1936 y la victoria del Frente popular sus hijos Antonio y José del Valle Menudo fueron nombrados concejales y teniente de Alcalde en Paterna del Campo.  
La vida transcurría tranquila, pasaban los días en El Junquillo trabajando con su hijo.  Paco tenía 13 años cuando el levantamiento del 18 de julio de 1936.  
 El 27 de julio de 1936 los bombardeos aéreos abrieron camino a los sublevados  hacía Paterna. Los vecinos dejaron sus casas y huyeron a la sierra hasta que dejarán de caer bombas.  El 28 de julio Paterna del Campo estaba en manos de los fascistas. Los republicanos, con ellos mis tíos Antonio y José, se fueron hacía la Pata del Caballo para organizar la resistencia. 
Antonio y esposa
Antonio del Valle Bermúdez organizó el abastecimiento de sus hijos en El Junquillo, donde se llevó a Paco. Siguieron como siempre, trabajando la tierra y durmiendo en la choza. El 19 de agosto de 1936 la guardia civil y los falanges vinieron a buscarlos. Obligaron al niño a probar la comida por si acaso. Los ataron los dos al caballito pardo y los apalearon por el camino hacía el pueblo, insultándolos y amenazandolos.  Pasaron por otra finca donde apresaron más campesinos y así llegaron a la cárcel que habían improvisado en el ayuntamiento.  
 El niño se orinó de espanto, caminando hacía lo que el creía también su muerte.  Sin embargo, al no tener 14 años, lo dejaron marchar a su casa donde enfermó y se negó a ir a ver a su padre a la cárcel durante los 4 días que se quedó en Paterna esperando el camión que los llevaría a él y sus compañeros de infortunio a la muerte.  
De nada sirvieron las suplicas de Antonio para ver a su Paco, pues el niño seguía aterrorizado, negandose rotundamente en volver a la cárcel a ver a su padre. Más tarde Paco llegará a lamentarlo hasta su ultimo soplo.
El 23 de agosto de 1936 el camión que había traído la imagen del san Bartolomé de Bollullos se llevo a los prisioneros camino a alguna tapia de cementerio. Antonio del Valle Bermúdez iba con ellos.  
Hay un valor que surge de la desesperanza, cuando ya no queda nada que perder, Antonio subió al camión con el puño alzado al grito de « viva la república » y ese grito estremeció a medio pueblo.  
Su mujer y sus hijos se vistieron de luto, pues sabían que jamás volverían a verlo.  El 30 de agosto de 1936 llamaron de Almonte para informar que habían detenido a Antonio del Valle. No cabía duda, cómo se iba a imaginar mi abuela Isabel que se trataba de su esposo si lo creía muerto desde el 23 de agosto, día en que se lo llevó el maldito camión. Entonces todos pensaron que se trataba del Antonio del Valle Menudo e Isabel tembló por su vida.   
Entonces mi tío abuelo, conocido por « Parrón », hizo el camino a Almonte para enterarse de que en realidad se trataba de su hermano Antonio del Valle Bermúdez. Cuando volvió le dijo a mi abuela que ya no estaba… Esas palabras tenían su significado bien conocido de paredón, de fusilamiento, de cuneta o de fosa común.
Más tarde se entero la familia que Antonio había saltado del camión con un compañero de Escacena en las cercanías de Almonte. No tuvo suerte porque le alcanzo una bala en la pierna y tuvo que esconderse en la Dehesa de Almonte hasta que un guardia de campo, « El blanco », lo denunció.
El resto lo podemos imaginar sin dificultad ninguna: se lo llevarían hacía la tapia del cementerio de Almonte donde le dispararon. Bajo lo que queda de la puerta del cementerio viejo, hoy parque público, yace el cuerpo de Antonio del Valle Bermúdez en la fosa común donde  tiraban los asesinados.   
A pesar de sus 13 años y del miedo que nunca más lo dejaría en paz, Paco siguió camino hacía el campo llevándole comida a los hermanos, bajo el estiércol en los serones de la mula. Por el pueblo, a veces, cruzaba uno de los asesinos de su padre y le oía decir tras una carcajada : « que lástima que no tuviera un añito más »…
Mi tío Antonio siguió la lucha hasta no poder y pasó a Francia con la retirada, allí conoció los campos de concentración de la democracia. José estuvo escondido en Paterna y se rindió en 1939. Fue encarcelado durante varios años en los campos de concentración del franquismo, de Huelva a Almería hasta Algeciras. Se jugó la vida y sin el testimonio de gentes de bien no hubiese podido contarlo.   
Cada uno llevó su vida como pudo, tratando de sobrevivir a tanta violencia y tanto odio. 
Paco se caso con Rosario y tuvo 4 hijos. En 1964 emigraron a Bélgica, donde un accidente laboral le pondrá un punto final a todos sus proyectos en junio de 1967.
Paco era mi padre. Llevaba el alma destrozada y la vida atormentada, marcado en forma indeleble por ese maldito día de agosto del 1936. Llevando a cuesta la culpabilidad de estar vivo mientras su padre había muerto. No se perdonó jamás  haberse negado a ir a verlo a la cárcel del ayuntamiento.  
Soy la más pequeña de los nietos de Antonio del Valle Bermúdez y mis pasos me llevan hoy por el camino que pisó mi abuelo a ver hasta dónde me lleva su historia.
Nunca encontré su partida de nacimiento. Pero al acordarme que mi abuela tuvo que declarar su desaparición para sacar pasaporte en 1949, busqué en el juzgado la partida de desaparición que consta que Antonio del Valle Bermúdez desaparecio el 23 de agosto de 1936 de Paterna del Campo por causa « del glorioso movimiento nacional »…
Paso a paso he de seguir buscándolo porque estoy convencida de que ese 23 de agosto en el que se llevaron a Antonio seguirá acosando a nuestra familia con sus fantasmas hasta que podamos escribir toda la historia y rehabilitar su memoria.


miércoles, 27 de junio de 2012

MARIQUITA LA CHICHARA, MI ABUELA

         

Isidro, mi abuelo

Mi abuela María, Mariquita la Chíchara, en los últimos años de su vida, se llevaba todo el día trajinando en su choza de la calle Sanlucar, (de donde salió mi abuelo para ser fusilado el 4 de septiembre de 1936), algunas vecinas venían a verla, a veces algunos de sus hijos o de sus nietos; pero ella prefería pasar el día sola, en su choza: cuidando de sus gallinas, de los pollitos, de sus macetas, amasando pan y haciendo jallullas, ¡todo el día enredando! Por la tarde noche, se iba a casa de mi prima Juanita, su nieta mayor, y allí se quedaba a dormir. Mi prima Juanita era para ella como una hija. Era la primera nieta, estaba casada y siempre la trató como a su madre: con cariño, dulzura y delicadeza. Todos los días se levantaba muy temprano y volvía a la choza. –Abuela, ¿dónde va usted, tan temprano? –decía mi prima Juanita. ¡Tengo que cuidar de mis gallinas: darles de beber, ¡que estarán sequitas!; sacarlas del gallinero, recoger los huevos, que si no, se los comen los gatos y las ratas; además no voy a tener mi casa todo el día abandoná –le contestaba mi abuela, enfadada. Eran, la mayoría de los días, las siete u ocho de la  mañana.


Luz Divina, mi madre

         Todo el día se llevaba bregando en su casa y en sus cosas, ya era mayor, siempre esperaba de forma paciente y con ansiedad, la llegada de mi tío Isidro de la Marisma de Doñana, donde estaba de guarda; hablaba con la tata Isabel “La Coraje”, que le llevaba un cafelito a media mañana; algunas tardes la pasaba con Inés “La Tábana”, hablando de sus cosas: cosas de viejas –decían las dos riéndose; el “Rubio Calavera”, pasaba por la puerta y se metía con ella: Mariquita, ¿todavía no es hora?, mientras mi abuela pintaba el zócalo de gris y barría la puerta de la choza; a veces, Manolito “El de Cobo”, le ayudaba a meter la leña dentro de  la choza, para que no se la llevaran de la puerta –que buena persona era Manolito y que mala suerte ha tenido, el pobre –se lamentaba entre dientes mi abuela. Casi al final, le dieron una paguita escasa después de la muerte de Franco, ¡una miseria!

         Su vida fue muy dura después del asesinato de mi abuelo. Mujer estigmatizada en una sociedad oscura y represiva. Mujer de “rojo” fusilado por el franquismo. Frágil y fuerte; sensible y resistente; dulce y dura. Para ella, la vida fue de negro: luto siempre, pañuelo negro, toca negra, medias negras. Recuerdo a mi abuela: siempre de negro. Con cinco hijos, la mayor con doce años; trabajó intensamente, pero se veía feliz, a veces la escuchabas canturrear mientras hacía sus cosas en el corral o en la zona del horno. Su horno de leña era su sustento, cargaba con la leña a la espalda, lo caldeaba por la mañana muy temprano, hacía pan bazo y  jallullas, que vendía a la calle. Con esto sacaba para ir tirando. Tenía gallinas, cochinos, sembraba un huerto en el corral, cerca de la Marisma: con ajos, cebollas, melones, sandias, tomates, pimientos. Hasta que la “Madre” lo inundaba todo. Todo para el sustento del día a día. Incansable, no paraba en todo el día.

Mi madre y mi tía, muy jóvenes, se fueron a “servir”, ganaban poco, pero eran dos bocas menos. Cuando mi tía Ángela fue mayor, mi abuela la mandó a “servir” a Sevilla, en una casa muy buena, de unos señores que la tratan muy bien –decía mi abuela a las vecinas, con lágrimas en los ojos. -Mi niña con lo “bruta” que es, espero que se adapte -remataba. Para mi tía, fue una tragedia, pero no había otra forma de seguir adelante. ¡Qué buena la señorita Luisa! Me daba mucha ropa usada, para mi madre y mis hermanas, y además me buscó un colegio interno para mi Anita y para mi Isidro, estupendo –decía mi tía, convencida. ¡Gracias a los señores, pudimos seguir adelante! Al final de sus días, mi tía Ángela, consideraba y defendía, que aquella Casa en Sevilla, en la Avenida la Palmera, le devolvió la vida, pero le costó adaptarse y lloró mucho.

         Trozos de vidas, trocitos de historias, cachos de sentimientos que van componiendo el puzle de la vida de mucha gente, víctimas del olvido y víctimas de la tragedia del franquismo. Olvidadas más de cuarenta años, enterradas en vida, estigmatizadas con el color y enfrentándose a una postguerra de miseria y hambre. Estas mujeres se fueron haciendo con la fortaleza que da el dolor y la tragedia, han tenido que irse componiendo, que ir peleando para subsistir, a veces, contra su propia familia: su prima Anita, su tío Salvador, su cuñado Bartolomé y la Rebujina. Gente que no comprendían la permanencia del dolor, del luto, de la tristeza, de la tragedia y de la vida marcada por su  desdicha. Contribuyeron día a día a su desgracia. Ellos no buscaron la compresión, ni la ayuda, ni el apoyo. Aunque sí aumentaron su dolor.

         Siguiendo con la historia de mi abuela María Vargas, que ya publiqué en mi blog: el día que fue el Sr Obispo de Huelva a verla, estaba en la cama muy enferma.  Le dio la extremaunción  y ella le pidió, que bendijera los libros de su nieto, que estudiaba para médico. Los libros estaban en una estantería de madera a los pies de la cama. El Sr. Obispo de forma casi mecánica, los bendigo y le deseo mejoría. ¡Dios nos proteja y nos acoja en su seno, Mariquita!  Fueron sus últimas palabras, y salió con el cortejo.

         Fue de gran ayuda, después de tres años, terminé la carrera de Medicina, entonces estaba en tercero. Como ya dije, mi abuela murió antes de que yo terminara Medicina, no pudo disfrutar, ni ver cumplido su deseo. Para ella era importante y hermoso, tener un nieto médico. Esto recompensaba algo toda su desgracia. Hay que tener en cuenta, que después de sus circunstancias personales, en aquellos tiempos ser médico era algo especial y excepcional. Los médicos ejercían un gran poder real y simbólico, para una población que había vivido tantos años en la miseria y el olvido, y en el caso de mi familia, más. El Rocío solo existía durante la romería. El médico tardó mucho tiempo en ir al Rocío  una tarde a la semana a pasar consulta.

         La idea de poner la relación de libros en aquella estantería, me la dio mi amigo Francisco Espinosa, que hablando del blog del http://www.elnietodeisidro.es/, le sorprendió ese relato y me preguntó por los libros que bendijo el Sr. Obispo. Le dije algunos y me recomendó que los subiera al blog, que le parecía un listado interesante.  No hay ánimo de nada, solo comprobar, después del tiempo transcurrido, lo que me valió la bendición del Obispo, al que le estoy agradecido. Hoy soy médico y sociólogo. Nada tiene tanto poder como la fe y la bendición, a parte del trabajo duro, diario y continuo.  

         Entre otros, los libros de la estantería eran: Manifiesto Comunista y El Capital de Marx; Los Conceptos Elementales del Materialismo Histórico de Marta Harnecker; La Antipsiquiatría de Laing; El Rayo que no cesa de Miguel Hernández; La Casa de Bernarda Alba de García Lorca; Bajo la Rueda de Herman Hesse; Psiquiatría y Antipsiquiatría de Cooper; La Psicología de Jung; La Hojarasca de García Márquez; La Mayoría Marginada de Basaglia; además de libros de anatomía, biología, estadística, histología y neurología.  En fin, este es el listado de libros, sin ánimo de exactitud, creo que me faltan algunos, de alguien que se abría camino y empezaba un recorrido tortuoso y difícil desde El Rocío a Sevilla, a la Universidad, a la Medicina, a la vida.  Mi abuela fue para mí una persona excepcional y fundamental,  e influyó de forma decisiva en mi vida, en mi desarrollo y en lo que hoy soy.  

Rafael López Fernández
Dos Hermanas, 25 de junio de 2012


lunes, 18 de junio de 2012

Miembros de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, se suman a la querella contra el franquismo en Argentina


Miembros de la Asociación ante el notario para sumarse
 a la querella en Argentina
         El día 13 de junio de 2012,  nos sumamos a la querella presentada en Argentina, contra la impunidad de los crímenes franquistas. Seis miembros de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, en nombre de ocho víctimas, nos adherimos a la querella. La jueza federal argentina María Servini de Cubría, "mantiene abierta una investigación a raíz de la querella presentada en abril de 2010 por abogados humanitarios de Argentina en nombre de familiares de víctimas del régimen franquista. La magistrada reclamó a España nombres de militares involucrados en aquella dictadura (1939-1975), listas de desaparecidos, de fusilados y de niños apropiados, así como la identificación de empresas supuestamente beneficiadas por el trabajo forzado de detenidos, entre otras medidas de prueba.

         La jueza había archivado inicialmente la denuncia por considerar que había investigaciones abiertas en España. Pero la Cámara Federal, un tribunal penal de segunda instancia, le ordenó indagar “si efectivamente” la justicia de ese país europeo estaba actuando. Así, la denuncia volvió a manos de Servini que, en ejercicio del principio de la jurisdicción universal, liberó este mes el exhorto solicitando gran cantidad de material probatorio, como el domicilio de agentes del régimen que aún viven y certificados de defunción de los que fallecieron. Para reforzar el pedido, los abogados querellantes presentaron a Servini un nuevo documento en el que subrayan que, después de 36 años de dictadura y otros tantos de democracia en España, “no sólo no existe ni siquiera una Comisión de la Verdad, sino que no hay un solo niño al que se le haya restituido su identidad”.

         El día 13 de junio, ante notario corroboramos el interés de sumarnos a la querella como víctimas directas y como familiares de los crímenes cometidos por la dictadura franquista y sus integrantes, durante más de cuarenta años, desde el 17 de julio de 1936 hasta el 15 de junio de 1977, a la causa 4591/10 “N.N. s/genocidio” del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 1,  de la ciudad de Buenos Aires- República Argentina. Aunque somos conscientes de la complejidad jurídica y administrativa de este tipo de Querellas, es la única vía que nos ha dejado el Tribunal Supremo y el resto de tribunales españoles, en el deseo de buscar Justicia para las víctimas y sus familias.

         Después de lo ocurrido con el juez Garzón en España y el desprecio de algunos tribunales a nuestras demandas, que ni siquiera se dignan en contestarnos, ni comunicarnos sus actuaciones, la ÚNICA VÍA DE JUSTICIA, ha sido buscar la aplicación de la JURISDICCIÓN UNIVERSAL, indudablemente fuera de España, donde los tribunales miren la causa sin la contaminación ideológica de muchos de los tribunales españoles.
        
         La jueza visitará España en julio/agosto próximo. Está interesada en visitar una fosa común y entrevistarse con familiares de desaparecidos. Desde la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, hemos invitado a la jueza a la fosa en la que estamos trabajando en Cazalla de la Sierra. Sería importante que la Sra. jueza pudiera asistir y comprobar directamente, la situación actual de la Memoria y de las Fosas en España y en Andalucía. Esto no ha sido posible con los jueces españoles.

domingo, 3 de junio de 2012

GARZÓN AFIRMA QUE EL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL DEBE SER ELEGIDO POR LOS CIUDADANOS.



Estuvo valiente y claro en la sede de UGT-Sevilla

Garzón en UGT
  Anteayer asistí, con un gran número de personas, a la sala de conferencias de UGT, que estaba a “tope”, con la gente de pie, a la primera conferencia de Garzón en Sevilla, después de la injusta sentencia del Tribunal Supremo, que lo inhabilitaba por once años. Estuvo magnífico. Fue recibido con un aplauso cerrado y prolongado. De todos es conocido, el desarrollo que ha tenido la inhabilitación de Garzón: un juez “progresista”, Luciano Varela, que admite a trámite una denuncia de Manos Limpia y Falange, con la ayuda y las correcciones del propio juez, ¡inaudito!; una derecha molesta por haber sido cazada en el caso Gürtel, un Supremo insensible a las víctimas del franquismo y con un deseo de quitarse de enmedio a un juez molesto, eficaz y con criterio.

Garzón me sorprendió, lo encontré firme, seguro y con más fuerza que otras veces; seguramente el lugar era reconfortante para él. Recordé los esfuerzos que tuvo que pasar para llegar a juez, una persona de un pueblo andaluz, hijo de trabajadores, que se hizo a sí mismo. No se lo perdonan. Los jueces son una casta impenetrable e inamovible. Todo esto cuenta, a parte de su acción decidida por las víctimas y por la legislación internacional. Un Juez UNIVERSAL inhabilitado en España por defender a las víctimas del franquismo. ¿Hay mayor contradicción?
Paco Marín y Garzón

La conferencia sobre “De la Universalización a la Globalización” puso de manifiesto como los poderes públicos han pisoteado la Declaración Universal de Derechos Humanos, en aras de una Globalización económica, impuesta por los mercados, que en nada ha servido para consolidar y mejorar las relaciones humanas y el bienestar del mundo que nos toca vivir. La Declaración de Derechos Humanos no se cumple en casi ningún país del mundo: se sigue con las ejecuciones extrajudiciales; con los crímenes de mujeres; con la muerte de niños por la injusticia y el hambre; con la muerte de periodistas y de defensores de los DDHH, etc. Además, añado yo, aquí en España, se sigue sin dar una respuesta digna a las VICTIMAS DEL FRANQUISMO. Este Gobierno ha disminuido la cantidad de dinero destinada a las exhumaciones y a proyectos de memoria; ha cerrado la Oficina de las Víctimas de Franquismo y la Guerra Civil; ha impedido que la Justicia avance en el apoyo a las víctimas y a sus representantes: La fiscalía ha impedido la investigación, alegando la Ley de Amnistía, nadie en este país, salvo las víctimas, están por que busquemos, entre todos, una solución a un problema general que muchos, por ideología, no son capaces de ver, aceptar y comprender.
Paco leyendo lo que le ha escrito Garzón en su libro
Garzón hizo un discurso valiente, poniendo el dedo en la llaga de los problemas del Estado: con la corrupción; con la falta de cumplimiento de la Ley Universal de DDHH; con la falta de información a la ciudadanía; con lo oscuro y opaco de la gestión de los gobiernos;  con las contradicciones del primer mundo sobre el desarrollo y el hambre del tercer o quinto mundo; con lo paraísos fiscales, porqué existen y porqué se mantienen  (más del 50% de las empresas del Ibex tienen dinero en paraísos fiscales), con la solidaridad, continúan reduciendo el presupuesto del 0.7%, etc. Para Bankia y los suyos, el dinero sobra.

Hay que pedir responsabilidades ante la gestión de la crisis de éste y otros gobiernos; hacer visible los rostros del mercado;  hay que acabar con tanta corruptela, tanta desfachatez y tantas injusticias; hay que pedir transparencia de la administración y del Estado; hay que implicar a los ciudadanos en el poder, en definitiva, hay que aprovechar esta situación, para mejorar la Democracia y al País.
Rafael López Fernandez
1 de junio 2012

miércoles, 30 de mayo de 2012

FRANCISCO RODRIGUEZ ORTIZ, asesinado con 37 años en Extremadura.


Francisco Rodríguez Ortiz

Francisco Rodríguez Ortiz era natural y vecino de Granja de Torrehermosa (Badajoz) donde es detenido el 6 de septiembre de 1939 y permanece en prisión hasta su ejecución un año y casi cinco meses después, el 24 de enero de 1941.
El 11 de septiembre presta declaración, por primera vez, en Azuaga. Es encausado por “rebelión militar” (Causa 865) en Consejo de Guerra Permanente (sumarísimo de urgencia) celebrado en Mérida el 14 de octubre de 1940, cuyo juez instructor fue Miguel Domenech Guerrero
Era bracero y no sabía leer ni escribir. Estaba casado con Josefa Santiago, con quien tuvo cuatro hijos: Carmen, Celestino, Pepita y Francisco.
Al parecer, Francisco había huido del pueblo y, según su propia declaración, sirvió en zona roja en la Compañía de Carretera nº 63. Al terminar la guerra y, como tantos inocentes e ingenuos, sin nada que temer, vuelve a su pueblo. La excusa para su detención es una denuncia de asesinato a Máximo Spínola formulada por Pedro Spínola Cárdena.
Él declara que “no ha intervenido en nada, nada más que en saqueo de la escopeta y no habiendo intervenido en ninguna cosa. Que lo único que hizo es hacer guardia en la Cruz Roja, de día, pues la noche la pasaba en casa porque su mujer estaba dada a luz”.
Poco se sabe de su vida, aunque hay dos hechos documentados que rebelan, seguramente, la personalidad de un hombre bueno y querido por sus amigos y su familia. Y debía ser inteligente porque promueve su defensa y lucha por su vida con los pocos medios a su alcance: el testimonio de sus amigos y una carta dictada por él donde pide clemencia a sus despiadados verdugos. Ya él en su declaración de inocencia añade que “pueden garantizar su conducta en esta localidad don Rafael Gahete de la Torre (médico con quien había prestado servicios en el hospital de la Cruz Roja) y Antonio Santiago (El Esquilao)”.

Y son esos dos amigos más Juan Sánchez Núñez, los que avalan en su pueblo a Francisco Rodriguez y aportan una declaración escrita y fechada el 14 de agosto de 1940 en la que hacen constar “que conocemos a nuestro convecino Francisco Rodriguez Ortíz, mayor de edad, casado y le acreditamos de buena conducta no conociéndole intervención delictiva durante el dominio de los rojos en este pueblo”. El alcalde Manuel Ramirez Seco “garantiza” al final de la declaración a las personas que han firmado el escrito como de derechas y afectas al glorioso movimiento nacional. En un mundo de miedo y delaciones, es de valorar este testimonio de sus amigos para intentar salvarlo, porque todos sabían ya a esas alturas que era arriesgado defender a un rojo.
Por otra parte, tres días después de celebrarse el Consejo de Guerra, el 17 de octubre de 1940, Francisco Rodríguez dirige una estremecedora solicitud de clemencia al Auditor de Guerra de Mérida. Ya debe ser consciente de su cercano final aunque todavía no se haya dictado sentencia porque el fiscal había pedido para él la pena de muerte por rebelión militar y el abogado defensor, con la  afirmación de que “los hechos no están suficientemente probados”, había pedido la pena de doce años y un día de prisión. La carta, firmada con la huella de su dedo, dice:

“Ilmo. Sr.:
Francisco Rodríguez Ortíz, viudo, natural y vecino de Granja de Torrehermosa ante V.S.I. con la mayor consideración y respeto
Expone que habiendo sido juzgado en consejo sumarísimo el catorce del mes en curso y habiendo pedido el Sr. Fiscal para el dicente la última pena, teniendo en cuenta las acusaciones a todas luces falsas que de mi expediente se desprenden puesto que el denunciante D. Pedro Espínola Cardona también natural y vecino de Granja se encontraba ausente de dicho pueblo en los días que concurrieron los hechos que a mí, de una forma tan caprichosa, este señor me atribuye puesto que, Ilmo. Señor, yo ni siquiera tuve conocimiento hasta el día que comparecí ante el Señor Juez de hechos semejantes.
Pruebas puedo exponer a V.S.I. la de los Señores Médicos D. Rafael Gaete y D. Juan Merino, señores con quien estuve prestando mis servicios en el Hospital todo el tiempo hasta la evacuación del tan repetido pueblo.
Con todas las razones expuestas y para poder esclarecer con nueva información los hechos que de una forma personal se me imputan, es por lo que espero de V.S.I. conceda nueva revisión de mi expediente haciendo con esto uno de los mayores actos de justicia puesto que sólo pido resplandezca la verdad en este mi caso, salvándome a la vez de la degradante muerte a que hoy por petición, como antes digo, por el Sr. Fiscal estoy propuesto.
Suplicándole una vez más ser atendido en nombre de mis cuatro hijos, los cuales de una forma tan injusta quedarían sin amparo.
Viva, V.S.I. muchos años en bien de España y de su justicia.
Mérida, 18 de octubre 1940.”

Para los militares franquistas no sirvieron de nada  ni los avales ni la solicitud de clemencia, ni la certeza de dejar huérfanos de padre y madre a los cuatro hijos de Francisco, cuya madre, Josefa, había muerto unos meses antes de su ejecución. Se dictó sentencia el 21 de enero de 1941 y tres días después, el 24 de enero, a las 7 horas, es ejecutado
Seguramente el hijo más pequeño de Francisco y el que llevaba su nombre, sufrió siendo tan pequeñito todas las consecuencias de la orfandad absoluta, el hambre y el desamparo, que no pudo sobrevivir y murió con muy pocos años.
Los otros tres hijos lograron salir adelante y hoy, sus nietos Manolo y Miguel Ángel, hijos de Carmen, la mayor de los hijos de Francisco, honran la memoria de su abuelo y defienden los valores por los que, tan cruelmente, perdió la vida.
Sevilla 19 de mayo de 2012.
Concha Morón Hernández.

miércoles, 23 de mayo de 2012

LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA: INCUMPLE LA LEY DE MEMORIA

Placa de homenaje a Franco en la Universidad de Sevilla
Ayer mientras iba a un curso de Extensión Universitaria, me topé con una lápida en reconocimiento de FRANCO como DUCE en el patio segundo de la Universidad de Sevilla, entrando por el Rectorado. Algunos historiadores y gente de la memoria ha pedido públicamente su retirada.  Cómo es posible que una Universidad pública mantenga esa lápida en homenaje a Franco, incumpliendo el artículo 15 de la Ley de Memoria (Ley 52/2007, de 26 de diciembre). ¿Nadie ha observado, ni pedido que retiren esa placa que no tiene ningún valor para estar en un lugar tan privilegiado de la Universidad? Recuerdo que desde ese patio y desde esa Universidad, muchos salíamos en manifestación en contra del Franquismo, con las consiguientes escenas de los grises a caballo, de los garbanzos, de las pelotas de goma, del agua a chorro,  pegando a los estudiantes que salíamos en defensa de la Universidad Pública, de la Democracia y de la Libertad

Esta placa ya estaba allí, es de 1965, pero en aquellos años no reparábamos en estas cosas, teníamos mucho tajo. Pero hoy, después de 37 años de la muerte del dictador, de más de 30 años de Democracia, ¿todavía ningún Rector se ha dignado en solicitar o pedir su retirada? ¿Tanta falta de sensibilidad democrática hay y ha habido en los rectores de la Universidad? Valor arquitectónico no tiene ninguno, bueno está en latín, que así, nadie sabe lo que dice. Pero es suficiente, habla de Franco como el Duce.
Desde aquí pido al Rector de la Universidad de Sevilla dé las órdenes oportunas para que se cumpla la ley de Memoria y limpiemos la Universidad y Andalucía de símbolos franquistas.

Artículo 15. Símbolos y monumentos públicos.
1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas.
2. Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la Ley.
3. El Gobierno colaborará con las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales en la elaboración de un catálogo de vestigios relativos a la Guerra Civil y la Dictadura a los efectos previstos en el apartado anterior.
4. Las Administraciones públicas podrán retirar subvenciones o ayudas a los propietarios privados que no actúen del modo previsto en el apartado 1 de este artículo.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Manuel García Espínola, asesinado y desaparecido

PARTE DE  LA CORPORACIÓN DE ALANÍS FUE FUSILADA Y ENTERRADA EN LA FOSA COMÚN DE CAZALLA DE LA SIERRA.

 Con el trabajo de toda su familia, Manuel García Espínola está a punto de volver a la luz definitiva del recuerdo. En la fosa común de Cazalla de la Sierra, fueron "tirados" y "sepultados" más de trescientas personas. Con la ayuda de los familiares, del Ayuntamiento, del Ministerio de la Presidencia (última subvención del gobierno anterior) y la Asociación, estamos exhumandos los restos de todas estas personas, para darles una sepultura como se merecen.


Manuel García Espínola
En la primera fase de la exhumación salieron unos 50 cuerpos, en una fosa de 21m.de larga, 5 m de ancha y seguramente 3 m de profundidad, aquí "enterraron" a gran parte de los fusilados en la Sierra Norte de Sevilla.


La familia de García Espínola, ha estado luchando por dignificar la exhumación, extraer e identificar los restos de sus familiares, desde hace más de nueve años, desde la primera vez que en 2004, se planteó a la alcaldesa de entonces, del PA, la posibilidad de exhumar la fosa. Después del tiempo transcurrido, ahora, en 2012 estamos exhumando una de las fosas más importantes de la provincia de Sevilla, no solo por el número de víctimas, sino por lo que significa, esta fosa, para toda la comarca. 


Es una realidad y una necesidad, que ahora que las Políticas de Memoria (?) las va a ejercer IU a través de un gobierno de coalición; dar un empujón definitivo a la Memoria: con apoyo del movimiento memorialista y con la acción definitiva del Ejecutivo. Aunque ahora, dicen que hay poco dinero para esto, para otras cosas si; que lo que preocupa a algunos, es comer todo los días; pero nosotros llevamos muchos años esperando, más de SETENTA, y nunca les llega la oportunidad a aquella gente que murió por defender sus ideas y a un régimen DEMOCRÁTICO: la dictadura y a callar; la transición y a callar, porque podíamos alterar el frágil equilibrio de la democracia; que todavía es joven la democracia; que en la transición se firmó, sin rubricar, un pacto de silencio, contra los nuestros; que había que ceder para vivir en Democracia, !cara democracia¡; que a dónde van ahora los nietos con estas cosas; que si abrimos las heridas; que si hay que mirar para adelante; que ahora estamos en crisis y no tenemos dinero para estas cosas; que si el Gobierno socialista no lo tuvo claro y dejó pasar una oportunidad de oro; que si esto es incómodo para algunas élites; que si los historiadores se interesaron cunado vieron la posibilidad de venta; que si esto, que si  aquello; lo cierto, es que todavía en Andalucía hay mas de 600 fosas comunes sin abrir, sin dignificar y sin conocer los nombres de tantas personas como murieron y fueron asesinadas. Y lo políticos se quedan igual, ni se inmutan, dejan pasar el tiempo...como si nada.
Su familia: Manolo García y su primo


Por esto, todos: las familias, los nietos, biznietos y más, nos pusimos y dijimos:  Ya está bien, hombre....basta...Y surgen, como en momentos de grandes crisis, la Sociedad Civil. Manuel y su familia, están ahí desde el principio, con decepciones, pero en la lucha. Creo que al final lo tenemos que lograr, y MANUEL GARCÍA ESPÍNOLA, volverá a formar parte integra de su vida, de su pueblo, de su gente y cómo no, de su familia, que nunca lo olvidó y siguen....estamos con vosotros....

Poema a su padre, Alfonso Morón de la Corte, asesinado.

A una flor arrancada de la tumba de mi padre.

Encendida en verdores refulgentes
Concretos de distancia comprimida,
Una rosa glosaba de su herida
La sangre asesinada tristemente.

Escrutando mis ojos lentamente
La maraña en colores encendida,
Descubrí su sonrisa deprimida,
Robando el simbolismo a lo yacente.

Aspiré su perfume suavemente,
Penetrando en mí ser las tentaciones,
Tornadas en corajes impacientes;

Y detrás del silencio, paredones
Que las noches de crimen contemplaban,
Prestáronme su nieve y sus visiones.

Alfonso Morón Bellerín.  20 de enero de1953.

jueves, 26 de abril de 2012

Alfonso Morón de la Corte

ALFONSO MORÓN DE LA CORTE, Mi abuelo.
Concha Morón Hernández
Tras la ocupación de Huelva por los golpistas el 29 de julio de 1936 y por orden del gobernador militar de Huelva Gregorio Haro Lumbreras, se efectúa la primera redada de masones en esa ciudad el 29 de septiembre de 1936 con el resultado de 16 detenciones y saqueos de los domicilios. Uno de ellos, el que es considerado “el gran maestre de la masonería onubense” Alfonso Morón de la Corte, mi abuelo, es asesinado al día siguiente en las tapias del cementerio de Huelva tras haber sido torturado para intentar obtener más nombres de los que para ellos representaban el mayor peligro en su camino de muerte y destrucción de las libertades y el pensamiento crítico.

Nacido 56 años antes en Huelva capital, Alfonso Morón fue desde su juventud una persona comprometida, culta, y plena de inquietudes. No conozco nada de su infancia y de su juventud han quedado documentos que me acercan a una persona activa, inquieta, comprometida con las causas sociales y con el progreso. Mis padres me transmitieron que era una persona muy querida en Huelva. Casado con mi abuela Rocío Bellerín González, tuvo cinco hijos de los cuales Alfonso, el mayor, era mi padre. Detrás de él nacieron Concha, Manuel, Matilde y Adolfo.

Periodista y escritor, fue funcionario del ayuntamiento onubense, donde trabajó como Oficial Mayor de Intervención durante casi 25 años. Escribió la “Guía Oficial de Huelva de 1917” que aun hoy se conserva como libro de consulta en la biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de Sevilla.

Cesado en su puesto del Ayuntamiento el 18 de agosto del 36, cuando empezaron a efectuarse las purgas en las instituciones. Republicano de convicción, tuvo una gran participación política primero en el Partido Republicano Radical y, tras su escisión en 1934, en la Unión Republicana fundada por su gran amigo Diego Martínez Barrio, quien sería el presidente de la República en el exilio. Su notorio activismo le lleva a ser presidente provincial de la Liga de los Derechos del Hombre y cabeza visible de la Unión Republicana en la provincia de Huelva de cara a las elecciones de febrero de 1936, las que ganaría el Frente Popular. Del corto periodo de vigencia del gobierno del Frente Popular, se conservan varias cartas entre él y Martínez Barrio. Fue Cónsul honorario de Méjico en España.
“Uno de los lazos que estrechaba aquella amistad sin duda fue el vínculo que ambos compartían por ser miembros destacados de la masonería andaluza, filiación que sin duda fue una de las razones principales del asesinato de Alfonso Morón de la Corte, aparte de su significación política y su militancia como librepensador de tendencia progresista. Su ingreso en la masonería onubense se materializó en 1917, a sus 37 años, al entrar a formar parte de la logia Isis y Osiris 377. Posteriormente pasó por la logia Soto Vázquez y funda la logia Minerva, de la que en numerosas ocasiones es Venerable Maestro y cuya representación antes las Asambleas de la Regional del Mediodía ostentan entre 1924 y 1931.
Grupo de masones onubenses
Es la época del apogeo masónico vivido durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, y, de hecho es detenido entonces (1925) en Ayamonte, junto a su “buen amigo” Martínez Barrio y otros destacados masones de la provincia., mi abuelo perteneció al Grande Oriente Español y fue nombrado en Huelva delegado del Gran Maestre, con el grado 30, aquel 1925. Su nombre simbólico fue el de Saint-Just, en homenaje al revolucionario jacobino francés, lo que significativamente ilustra sus ideas en defensa del progreso y de los socialmente más desfavorecidos.

Para la España reaccionaria que apoyó el golpe del ejército sublevado, y para los propios militares en rebelión, la masonería constituyó una especie de chivo expiatorio al que se culpó de todos los males de la nación. Masón sería, desde el principio de la sublevación, todo aquel que no era considerado afecto al llamado Glorioso Movimiento Nacional. No se tuvo en cuenta que la masonería, en realidad minoritaria, no fue un poder fáctico como creyeron sus verdugos, y ni siquiera un granero de políticos de izquierda, ya que, como dice Francisco Espinosa, “ni todos los que profesaba ciertas ideas de carácter progresista eran masones ni todos los masones profesaban las mismas ideas”. Hubo incluso masones que políticamente fueron republicanos de derechas (del Partido Republicano Radical), contrarios al Frente Popular. En cualquier caso, para la ultraderecha y para la iglesia católica, la masonería representaba un lobby de influencias con capacidad de exponer y desarrollar libremente sus ideas, un privilegio que sólo ellos –así pensaba la España tradicional– podían disfrutar y que no estaba dispuesto a seguir permitiendo a los republicanos. El 29 de septiembre del 36, Alfonso Morón es detenido y su casa saqueada. Sus libros y documentos son destruidos y al día siguiente es asesinado y enterrado en la fosa común del cementerio municipal onubense. Según las listas que ofrecen Francisco Espinosa en La guerra civil en Huelva, este alto funcionario municipal, periodista y escritor es la única persona que figura como fallecido el 30 de septiembre de 1936 en el Registro Civil. Lo que nunca se sabrá es si la profesión de “jornalero” que allí figura se debió a la dejadez o a la insidia de sus verdugos”
26 de abril de 2012.

Manuel Baras Artés, fusilado por los franquistas en las Puertas de Tierra de Cádiz en enero del 37


En el momento del golpe militar, él era el Jefe de la Guardia Municipal de Cádiz y creo que llevaba en ese cargo muy poco tiempo y que antes no había desempeñado ningún cargo público. Pero, según parece, los planes de los golpistas incluían una eliminación sistemática de una serie de cargos, entre ellos, los jefes de guardias municipales. Y, en todo caso, mi abuelo sí se significó en su vida privada por una actitud progresista y republicana. Era masón, de la logia de Hirám, según he podido saber ahora por los documentos que me envían los historiadores (a quienes, dicho sea de paso, les agradezco enormemente su trabajo) y miembro del Partido Radical, aunque, según he oído, prácticamente todos los masones tenían la consigna de afiliarse a ese partido.

Era, como he dicho, de mentalidad progresista, y eso le debió de hacer chocar más de una vez con las fuerzas conservadoras de la ciudad. Un hecho que creo significativo es que, allá por las años 20, echó de su casa al cura que se presentó allí, sin que nadie le invitara, cuando murió su mujer, mi abuela. Nadie había llamado al cura, por lo que creo que mi abuelo tenía razón, más cuando decían que lo había hecho bastante educadamente, pero supongo que acciones como esa, que debió ser muestra de su actitud general de manifestación pública de su agnosticimo, debieron de pesar bastante en su destino cuando llegó el golpe. En el otro extremo, también he oído que, ya en los meses del Frente Popular, mi abuelo avisó a la parroquia cercana de que esa noche podían intentar quemar la iglesia, para que salvaran lo que pudieran.

Yo creo que las dos acciones unidas definen bastante la personalidad de mi abuelo. Por lo que me contaba mi padre, y por su propia forma de ser, que yo creo que estaba bastante influida por la educación que recibió, mi abuelo debía de ser un liberal progresista, que tenía como principios básicos que nadie era más que nadie, que cada cual debía poder pensar y vivir según sus principios y que todo el mundo tenía, juntos a sus derechos, sus obligaciones, derivadas fundamentalmente del respeto a los demás y que se debían cumplir escrupulosamente. “Era muy recto”, decía mi padre siempre. La honradez, la palabra dada, el respeto al pensamiento ajeno... parece que eran valores fundamentales en su vida. Debía considerar la educación un camino esencial para esa sociedad más libre que pretendía y a mi padre, cuando tenía 8 años, segunda mitad de los años veinte, lo apuntó en los exploradores y en clases de inglés. En el poco tiempo que fue jefe de la Guardia Municipal, parece que una de las normas más rigurosas que impuso fue que ningún guardia podía aceptar regalo alguno, por mínimo que fuera.

Mi abuelo nació en Gijón, pero creo que era un representante genuino de un tipo de familia del Cádiz de aquella época, pues su padre era marino mercante y toda la familia se trasladó a Cádiz porque era el puerto donde el barco en el que estaba, que hacía rutas transatlánticas, hacía escala. Imagino que ese ambiente familiar contribuyó a que mi abuelo tuviera una visión bastante abierta del mundo. Ya adulto, viajó dos veces a Cuba, y en la segunda ocasión, ya con su mujer (mi abuela) y sus tres hijos, se instaló allí una buena temporada, en Camajuaní, según he oído siempre, y parece ser que, como suele decirse, “hizo las américas”, aunque fuera modestamente, pues al cabo volvió a Cádiz y montó varios negocios, de los que sé que uno fue una bombonería y otro, una tienda de importación y exportación de bacalao que se llamaba “La casa Escocia”. No sé cómo se desarrollarían las cosas para que, en el momento del golpe militar, él fuera el jefe de los municipales, pero parece que su trayectoria profesional en Cádiz fue fundamentalmente como comerciante.

En el momento del golpe militar, según he oído siempre, mi abuelo acuarteló la guardia municipal en el ayuntamiento para defenderlo, pero no hubo ningún enfrentamiento armado porque enseguida tuvieron noticias de que el golpe había triunfado militarmente en Cádiz y era inútil cualquier resistencia de la guardia municipal. Después he sabido también que, durante el acuartelamiento, mi abuelo desarmó a los guardias que no creía fieles a la república.

Parece que enseguida fue detenido, aunque, por otra parte, también he oído siempre que sus hijos, de 18 a 21 años en esos momentos, le dijeron que se fuera a Gibraltar y que mi abuelo respondió que él no había hecho nada por lo que tuviera que huir a ningún sitio. Esta respuesta: “yo no he hecho nada por lo que tenga que temer nada”, he sabido después que la dieron otras muchas víctimas del golpe militar. Y lo que muestra, para mí, es que la violencia que desataron los golpistas, la masacre que hicieron, era inimaginable. Nadie, o muy pocos, sospecharon el salvajismo, los asesinatos, el aniquilamiento que estaba por venir. Por eso pillaron a mucha gente en sus casas o incluso entregándose a los rebeldes. También, lógicamente, debía influir la situación familiar de cada uno. Mi abuelo era en ese momento el único sostén de una familia de tres hijos, una abuela y una tía, porque mi abuela, su mujer, ya había fallecido años antes.

Tras su detención, empezó para mi abuelo un periplo por cárceles varias: cárcel de Cádiz, castillo de Santa Catalina, Penal del Puerto... Mi padre, el menor de los hijos y el único varón, le llevaba muchas veces el cesto de comida, ese que en muchas ocasiones fue el motivo de saber que el detenido en cuestión había sido fusilado, con la frase del carcelero de: “esa persona ya no necesita esta comida”. Con mi abuelo fue igual: alguien le dijo a mi padre en la calle, cuando iba con el cesto, que ya su padre “no lo necesitaba”.

Muchas cosas me han contado de ese periodo en el que estuvo detenido. Según mi tía mayor, Varela, uno de los generales golpistas, que era de San Fernando, le prometió que a mi abuelo no le pasaría nada mientras dependiera de él, por lo que mi familia pensaba que la orden del fusilamiento probablemente llegó de Sevilla.

Mi padre, un muchacho joven y atrevido en esa época, hablaba con quien podía. Según él contaba, a veces recibían en su casa llamadas anónimas que les aseguraba que su padre iba a ser fusilado esa noche. En una de esas ocasiones, mi padre se fue de madrugada a la plaza de toros, uno de los lugares de fusilamiento, y vio los de esa noche. Pero alguien le vio a él también. Sin descubrirlo públicamente, se le acercó y le preguntó que estaba haciendo allí. Y mi padre le contó lo que le habían dicho: que su padre iba a estar esa noche entre los fusilados. El otro le dijo que no y que, por su bien, no debía hacer nunca más lo que había hecho esa noche, porque le podía costar muy caro.

En otra ocasión, un nuevo rumor de que el fusilamiento era inmediato, le hizo ir a la casa del nuevo jefe de los municipales, que le recibió, pues, como ha pasado en tantos sitios, estuvieran tras el golpe en un bando o en otro, en Cádiz casi todos se conocían e, incluso, podían haber sido amigos. , Ante la insistencia de mi padre de que hiciera algo porque iban a fusilar a su padre esa noche, el nuevo jefe de los municipales le enseñó una lista de nombres, la de los que sí serían fusilados, y le dijo: ¿Ves el nombre de tu padre ahí? Pues vete tranquilo, entonces. Pero no vuelvas más ni digas a nadie que te he enseñado la lista”.

También recuerdo la historia de que, en otra ocasión, alguien le informó de que iban a trasladar a su padre del penal de El Puerto a Cádiz tal día, a tal hora, y que, si estaba entonces en la estación de tren, lo podría ver pasar. Allá fue mi padre y, efectivamente, cuando llegó el tren de El Puerto, lo vió bajar escoltado por dos guardias. Mi padre procuro pasar desapercibido hasta que lo tuvo cerca y, entonces, se dejó ver y lo llamó. Según mi padre contaba, mi abuelo, que iba desaliñado y parecía haber envejecido años, le miró como sin entender y, todavía con voz incrédula, le llamó por su nombre: “Paquito”. E inmediatamente después, ya con mucha más energía: “¿Y las niñas, cómo están?”, refiriéndose a sus hijas. Mi padre contaba que nunca se le había quebrado tanto la voz y nunca había hecho tanto esfuerzo para que no se le notara y que le respondió: “Bien, papá. Todos estamos bien”; que su padre hizo ademán de acercarse pero que los policías que le custodiaban lo agarraron por los brazos y se lo llevaron y que a él uno de ellos le dijo que se fuera inmediatamente de allí. Muchas de las andanzas de mi padre en esos días las hacía junto al hijo de un vecino de su misma edad cuyo padre también estaba detenido.

He sabido después que hubo un juicio, aunque nunca oí a mi padre hablar de él. El juez instructor, hoy lo sé, se llamaba Ángel Fernández Morejón, y ese nombre, aunque no en boca de mi padre sino de otros familiares, sí que lo he oído en mi casa.

Sí he sabido siempre que a mi abuelo lo mataron junto con Corripio, que era un concejal del ayuntamiento republicano. Yo he ido muchas veces con mi padre, de chica, al cementerio, adonde el iba con regularidad a visitar las tumbas de su madre y su padre y también, siempre, la de D. Manuel de la Pinta, el último alcalde republicano de Cádiz, también fusilado. Y en una de esas visitas, no sé cómo se pudo dar, mi padre vio una sala abierta del cementerio y me dijo: “Mira, en esa sala, en una camilla, pusieron a mi padre una vez muerto hasta que lo enterraron”. Es decir, nosotros somos uno de los casos en que siempre hemos sabido dónde estaba mi abuelo, aunque ha sido en estos tiempos cuando me he enterado que no figura como fallecido en el Registro Civil, con lo que, a efectos legales, es un “desaparecido”.

Mi abuelo era conocido en Cádiz y, según parece, no fueron pocos los que ayudaron a la familia una vez él fue fusilado. No sé quien incluso le puso una esquela en el Diario de Cádiz, con su cruz y sus bendiciones correspondientes (no creo que le hubiera gustado mucho a mi abuelo, pero supongo que la habría dado por buena si ayudaba a su familia a salir adelante). Entre la gente que les ayudó, mi padre siempre nombraba “a la de Ibisson”, dueña de una empresa de transportes, que le dió un trabajo de cobrador. Mis dos tías se colocaron de telefonistas en un hotel, creo que en el Atlántico. Mi bisabuela perdió la cabeza y se escapaba por las noches para buscar a su hijo. Al poco, llamaron a mi padre a filas, en el ejercito golpista, y, según él contaba, mis tías le decían que no “hiciera locuras” (pasarse al otro bando), porque ellas seguían allí, con su abuela y su tía. Y así transcurrieron las cosas. Mi padre hizo la guerra con los nacionales, aunque se mantuvo como soldado raso, a pesar de que le ofrecieron ascensos por ser bachiller. Y mis tías siguieron en Cádiz, manteniendo a la familia: la abuela y la tía, con sus trabajos de telefonistas. Les quitaron todo lo que tenían de valor, pero no la casa, porque estaba a nombre de mi bisabuela. Contaban que, en el requisamiento que hicieron en su casa, le pidieron a uno que se llevaba un marco de plata que les dejara la fotografía. También decían que no faltó gente en la calle que les gritara que eran hijas de un fusilado.

Al volver de la guerra, mi padre estuvo colocado en “Abastos”, según lo llamaba él. Pero en un determinado momento, ya con familia propia, lo echaron junto con otros, según he oído difusamente, porque había que colocar a inválidos de guerra. Como mi padre tenía el título de maestro, montó un colegio privado y así se ganó el resto de su vida, sabiendo por el cura del barrio, que se lo contaba, que, de vez en cuando, la policía pedía informes suyos.

Creo que yo siempre he tenido interiorizado que nosotros eramos de “los perdedores”, no sólo por lo que yo ya sabía de mi abuelo, sino por los comentarios que mi padre me hacía en ocasiones. Una vez, por ejemplo, en la plaza de abastos de Cádiz: “Mira, a ese le mataron a un hermano. Pero esto no se puede contar por ahí”. O cuando yo me fui a estudiar a Madrid, ya en los años 70, y me decía a veces: “Ten cuidado con lo que haces, que ya sabes que yo podría tener problemas con el colegio”. Pero, a la vez que digo esto, digo que me he criado en la idea de que nosotros podíamos ir con la cabeza más alta que nadie, porque mi abuelo había muerto por sus ideales y los “otros” eran unos dictadores fascistas.

Hará cosa de diez años, con motivo del cierre del cementerio de Cádiz, fuimos a sacar los restos de los nichos de nuestra familia y, una vez hecho, el sepulturero, con discreción nos dijo: “¿Hubo alguien aquí que muriera de muerte violenta?” Mi madre, que no es hija sino nuera de mi abuelo fusilado, pero a la que le duele y le indigna su muerte como si hubiera sido la de su propio padre, le contestó muy reivindicativamente que sí, que su suegro, al que habían fusilado en la guerra por ser republicano. El sepulturero, entonces, cogió un cráneo con un agujero en un lateral y nos dijo señalando el agujero: “Pues miren, éste es el tiro de gracia. Ya he visto muchos así y, aunque ustedes me hubieran dicho que no, sé lo que esto significa”.

Mi padre llegó a vivir bastantes años en democracia y tuvo la satisfacción de ver el fin de la dictadura y la llegada de un gobierno socialista. Pero en lo que se refería a su padre, él no vivió ningún cambio social, ningún tipo de reconocimiento ni dignificación ni de su padre como víctima de la dictadura, ni de él mismo, “víctima” también toda su vida de ser “hijo de rojo”, como se solía decir. Y llegó al final de sus días viviendo esa tragedia exactamente igual que la había vivido en el franquismo y que el propio franquismo le había impuesto: un drama suyo, personal, que le acompañaría siempre pero que, socialmente, “no existía” y era obligado olvidar.

A mi abuelo Manuel Baras Artés, por Rosa Baras Gómez . 25/04/2012                                 

¿Buscando los huesos de mi abuelo, después de 87 años en una fosa común?

  Mi abuelo Isidro nació en Sena de Luna (León) y fue asesinado en Hinojos (tapias del cementerio) el 4 de septiembre del 1936 en aplicación...